Ha ido genial. El entorno es muy agradable y tranquilo. Un lugar silencioso, ideal para recargar las pilas. Las chicas muy majas también, incluso la camarera nos recomendó una ruta. Por otro lado, las habitaciones tienen mucho encanto, con sus vigas y estilo rústico-moderno. Y en el restaurante se come estupendamente. Cenamos un menú delicioso; muy buena calidad y presentación.
¡Excelente! ¡Repetiremos, seguro!